Este fin de semana hablamos de la sangre de la espalda de Jesús. Los niños entendieron que la espalda de Jesús fue molida con los azotes y que literalmente le abrieron grandes surcos (Salmos 129:3). Ese sacrificio pagó la salud de nuestro cuerpo hasta que cumplamos la misión que Dios nos ha dado en esta tierra.